sábado, 15 de diciembre de 2018

Un pequeño cuento sobre Simón Bolívar


Contaba el señor Valentín que la casa de sus patrones, Don Enrique Canaval y Doña Luisa Zamudio, estaba situada entre las propiedades de Doña Mariquita Cuentas S. y Don José Eustaquio Torres con frente a la de Don Antonio Pérez, Don Cipriano Zuloaga y Doña Limbana Báscones.
Que el “corredor” de la calle estaba en alto, sosteniendo por anchas columnas de madera; además, tenía una saliente del mismo “corredor” con barandas y escalinatas a ambos lados. Que la entrada era por una mampara de dos hojas con ventanas “voladas” a los costados, se entraba al Zaguán, empedrado y florido, para llegar a un gran salón de cortinajes, sillones de vaqueta y sofás de crin, ventanas cuadradas y cuatro puertas con mamparas. Que el corredor contiguo tenía una mesa grande, sillas de cuero, “rinconeras” y retratos; de donde se veía el patio de techo y barandas con enredaderas de madre selva donde estaba la tinaja de piedra goteando agua para las garrafas. Contaba Don Valentín que los dormitorios estaban los altares de los santos, ventanas, teatinas, consolas, catres “coronados”; que el servicio higiénico se hacía a través de “tornos” al corral y que también el servicio de cocina y sus viandas se hacía por otros “tornos” al patio donde se encontraba el pozo del que sacaban agua “clarita” por medio de tecles, soga y baldes. Por último, contaba Ño Valentín que el jardín tenía enredaderas de rosas y “campanillas” con mesetas de botijas cortadas con muchas flores olorosas; que la huerta era grande con entrada en forma de arco y que por el fondo colindaba con el barrio “Salsipuedes”, con plantas frutales como guayabas de “mato”, higueras coposas y palmeras altas y rumorosas.
Ahora volvamos a lo real para especular entre la realidad y la historia, solo en lo referente a la actuación de Bolívar en Pativilca.
Los biógrafos Libertador discrepan sobre si él se cobijaba en las sombras de la Palmera o de la Higuera; pero si están de acuerdo en que la visita del Diplomático colombiano; General Joaquín de Mosquera, se realizó inmediatamente después de su viaje a Pativilca en el Huerto a inmediaciones de la Palmera, lugar en el que, según estos, pronunció el Libertador su profética y enérgica respuesta. ¿Por qué? Por la carta de Mosquera como fuente de información, semblanza que es recogida por el pincel de Daniel Hernández para su acuarela histórica.
Empero, la realidad y la lógica de los acontecimientos es otro, es distinta. Si la residencia de los Canaval fue ofrecida al Libertadores porque reunió condiciones para tan ilustre huésped y su numeroso séquito, entre otras un gran Salón Colonial de severos sillones de vaqueta y mamparas a los dormitorios, si el General Mosquera, partió de Puerto Supe a Pativilca en la mañana, a caballo, tres leguas de camino, el rio cargado y torrentoso, por lo que era necesario la guía de los “chimbadores”, es lógico suponer que llego a Pativilca después de las 5 de la tarde del 13 de Enero de 1824.
A esa hora el enfermo convaleciente no debía estar bajo la sombra de la palmera o de la higuera, sino en su dormitorio preparándose a guardar cama o tomar su dieta prescrita por el Medico. Anunciada la presencia del Diplomático, salió presto de su dormitorio al salón, ya iluminado con grandes cirios, a recibir la histórica visita. La lógica nos dice, que fue aquí, en el gran salón, donde se oyó el grito de ¡Libertad! en Pativilca.
Con el perdón y la absolución de los historiadores bolivarianos y no bolivarianos, hacemos mutis y bajo el telón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario