domingo, 16 de diciembre de 2018

Jueves de Compadres - Carnaval en la Vieja Barranca


Extraído de la memoria de un viejo amigo, escrito de la mano de otro para este post que se nos avecina...
Lo primero que recuerdo de los “Jueves de Compadres” es que era una costumbre muy antigua que desapareció Junto con la “Fiesta de Carnavales”. Recordar esta tradición es evocar la figura de mi madre preparando unas canastitas hechas con el cartón de las cajas de zapatos que, en esos tiempos, eran más gruesas que las de ahora.

Esas canastitas revestidas y adornadas con cintas doradas o plateadas llevaban en su interior unas peras, también, primorosamente arregladas con cintas de colores y clavelitos de papel.

Cuando veo las figuras de las copas de los naipes españoles siempre viene a mi mente la forma de las canastitas que ella solía hacer para acompañar las "tablitas" que serían llevadas por algún muchacho vecino, previa propina, a la casa del futuro compadre o comadre.
A estas canastitas le acompañaban unas servilletas de papel de seda o de cometa caladas artísticamente, que en el centro tenían el espacio suficiente para escribir unas coplas o décimas que mi mamá creaba a pedido de la clientela, para agradar al pretendido vecino o vecina a fin de que acepte ser el compadre de la remitente. Mi hermana mayor todavía recuerda algunas coplas [...] La "tablita" era una bandeja muy bien adornada donde la vecina colocaba un regalo al amigo a amiga con quien pretendía tener un acercamiento más amical.

Este regalo podía ser, de acuerdo con las virtudes de la oferente: dulces de melocotones pelados previamente con agua caliente y cenizas de guarango, para que solamente perdiera la pelusa; además dulce de higos, manjar blanco, fréjol colado y mazamorra morada entre otros potajes salidos del ingenio de cada repostera aficionada.

En otros casos; eran los mejores racimos de uva Italia o quebranta, jugosos duraznos frescos, o apetitosos mangos seleccionados de las huertas que cada casa tenía, los que componían un digno modelo para pintar un bodegón.

El jueves siguiente el compadre o comadre indicaba su aceptación retomando la tablita, de acuerdo con la generosidad de cada uno. Cajas con talco, perfumes, agua de lavanda, cortes de telas, conservas de frutas, chisguetes para carnavales; era los que los curiosos podían adivinar, más que apreciar, debido al fino mantel que cubría los componentes de la tabla de retomo. Pero como todo no es felicidad, había quienes no devolvían nada y se ganaban el mote de "compadre come tabla".

Dicen que los flamantes compadres adquirían el derecho para jugar carnavales en la casa de la oferente el "domingo de polvos". Ambas familias compartían el almuerzo luego del cual empezaba a salir la “pica-pica” y los polvos con las que se embadurnaban unos a otros, hasta culminar con sendos baldazos de agua, en una algarabía en las que participaban grandes y chicos.

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