En esta segunda entrada tenemos
una interesante historia que nos habla del pasado misterioso y mítico de
nuestra ciudad. Las líneas que aquí compartiremos han sido recopiladas en una
publicación local, de una revista de las que pocos ejemplares hemos podido
rescatar. Esperando que sea de su agrado te dejo con un pedazo de la historia
de Barranca.
“La Fuente que Cayó del Cielo” …
según la leyenda, el pueblo pasaba una angustiosa situación debido a que una
terrible sequía venía asolando sus tierras. Las cosechas se marchitaban, los
animales sufrían la sed y los hombres se desesperaban excavando la tierra intentando
encontrar una fuente de agua subterránea que mitigase sus males.
Es en esta época, en el cerro
MataBrujos, ubicado en la actual calle de Andrés de los Reyes, un aerolito cayó
del cielo dibujando una estela de colores tan variados y vivaces que parecían
un arcoíris.
Rápidamente los habitantes del
pueblo, que habían presenciado tan fantástico evento celestial, se aproximaron
a la zona del impacto. El asombro de los curiosos fue grande cuando descubrieron
que, donde ahora yacía un cráter de tamaño considerable, una fuente de agua había
nacido; sin embargo, lo que más llamaba la atención del milagro es que de esa
fuente se surtían corrientes de diferentes colores.
Después de festejar la solución
al mal clima que asolaba la comarca, los antiguos barranquinos, notaron que
cada una de esas aguas tenían cualidades particulares; distinguiéndolas por el
color, la propiedad que adquirían era diferente. Por ejemplo: el agua de color roja
servía para sanar a los enfermos, el agua de color anaranjado, para rejuvenecer
y tener una larga vida; el agua de color amarillo, para la felicidad y la paz
en sus hogares; también, servían estas aguas para fortalecer sembríos y para la
crianza de los animales domésticos.
La bonanza en el pueblo no duró
por mucho tiempo. A la llegada de los españoles la felicidad se esfumó del
pueblo y con la extracción, del valioso fragmento de cuerpo celeste, la cuenca
perdió su particularidad de emanar agua de colores secándose prontamente.
Se dice que el aerolito no pudo
sacarse del pueblo y había terminado por ser depositado en alguna parte
olvidada del cerro. Es así, que el tiempo pasa y la gente no recordaba la
fuente de colores, hasta que unos jóvenes que buscaban la huaca de MataBrujos
se topan con el magnifico mineral. Trasladaron su pesado tesoro hasta una
hacienda en la zona central de la ciudad y pidieron consejo a la matriarca más
longeva de la familia. Ella les relata la historia de la fuente lo que provoca la
curiosidad en sus descendientes que prueban a purificar el agua de los abrevaderos
del ganado con ella, viendo como esta se vuelve de un sabor más agradable y reanimando
a los que animales que están enfermos.
Con el pasar del tiempo, la haciendo
se vuelve exitosas y la industria llega para quedarse en la floreciente ciudad.
La familia de los jóvenes termina por adaptarse a esto, dejando de lado la ganadería
y abocándose a un nuevo negocio donde nuestro personaje principal, el aerolito,
obtiene un nuevo uso.
KOLA PORTEÑA, una gaseosa de
producción local, hace aparición de la mano de esta familia quién nunca revela
el secreto para su sabor irresistible. Durante unos años fue muy popular por toda
la zona del norte chico. Quién viviera en los años que el tren pasaba por estas
tierras no dejo de degustar tan deliciosa bebida que encantaba a quién la probaba
y de la que se decía que bastaba beber una botellita para jamás dejar de volver
a Barranca.
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