sábado, 15 de diciembre de 2018

El diablo se viste de gringo


¡Oh tiempos actuales! Tiempos de computadoras, de aviones a chorro, de satélites artificiales y, en fin, de otras tantas maravillas que la ciencia nos regala. El mundo va cambiando mientras nuestra querida morada, la Tierra, va rodando por el espacio sideral, describiendo órbitas tras órbitas ¡Qué mundo éste! Hasta Satanás ya sabe presentarse con toda la figura y vestimenta de un joven de nuestros días con una presencia que, sin duda alguna, despierta la envidia del más pintado de los varones. Y lo que no sabemos es por qué este endemoniado ser ha tenido que escoger a nuestra modesta y pequeña ciudad para hacer sus diabluras.

Sucedió que unas chicas estudiantes de secundaria organizaron un bailecito para reunir un poco de dinero destinado a formar parte de los fondos para las actividades que en estos casos se acostumbra realizar. Todo iba a pedir de boca: las tarjetas ya estaban vendidas; no había preocupación por la decoración ni por los servicios. Eso lo disponía el salón de baile. Mandaron a imprimir sus tarjetas y punto, hasta que llegó la noche del baile.

Algunas tarjetas no se habían vendido y, como es costumbre, las vendieron en la puerta de ingreso al baile. Fue allí donde compro un jovencito por nadie conocido. De pronto, empieza la música estridente, música que quiebra la atmósfera y produce en nuestros tímpanos un caos que nos deja aturdidos. La fiesta seguía y los cuerpos vibraban al compás de “está pegao, está pegao”. Es un estar pegao que parece que nunca va a terminar y sigue el baile con “está pegao", los bailarines danzan con loco frenesí. Es en esta circunstancia que aparece el joven de la entrada, del desconocido. Es alto, rubio, de ojos verdes, estaba bien vestido. Las mujeres comenzaron a suspirar y los varones a tener celos, pero el jovencito demostró don de gente y solicitó bailar con la chica que talvez más le agradó. Y siguió el baile. Esta vez fue al compás de la “La Cabra” que tiene una letra no muy santa que hace santiguar las abuelitas. El “gringuito” iba acaparando la atención de las chicas y, desde luego, a los varones no se les escapó ese detalle.

La cosa se puso más loca cuando, a pedido general, se repitió La Cabra. ¡Había que ver cómo bailaba el “gringuito” con una linda e ingenua chiquilla! Los celos de los varones quedaron atrás: el gringuito había ganado el corazón de la concurrencia. Él era el de las iniciativas para hacer figuras en el baile, figuras no muy santas. “Me pareció que ya era demasiado escándalo”, nos dijo un joven que asegura haber estado en el baile. Pero entre tanta alegría él comenzó a sospechar de aquel “gringuito” no era un ser normal. Por eso lo observé con cierto detenimiento, cuando me di cuenta que por debajo del pantalón le salía una colita, la que cada vez que rozaba el suelo salían chispas. Eso me causó miedo. Alguien que estaba a mi costado sacó una cruz que llevaba debajo de su camisa y se la mostró al gringuito, éste se tapó los ojos y, luego, corrió hacia la puerta de uno de los baños. “¡El Diablo! ¡El Diablo!" Fue el grito general.

"Algunos se sentían muy valientes, porque estaban drogados. No sé quien rompió la puerta del baño; pero en el baño, ya no había nadie. Sólo sentimos un olor muy pestilente, algunos dicen que era azufre.... Yo no sé.” Así dijo un desconocido que no quiso dar su nombre.

En cuanto a la chica que bailaba con el diablo, dicen que unos que se la llevó el grupo de sus amistades; otros, que fue llevada al hospital. En fin, muchas otras cosas más. Pero lo cierto es que esa noche, lo hemos averiguado, no ha habido ninguna chica con síntomas de haber perdido el conocimiento ni existe ninguna denuncia en la policía sobre este caso.
Nuestros vecinos tienen muy variadas opiniones con relación a este caso. Hay quienes piensan que todo ha sido producto de la droga, ya que drogados las personas pueden ver cosas que no existen. Otros agregan a eso que puede ser un caso de alucinación colectiva.
Una señora de mentalidad sencilla, no dijo que es un castigo de Dios. Dios ha permitido al demonio que se les presente para advertirles que van por mal camino y que ya es hora de que se arrepientan.

Un señor muy serio, nos manifestó que todo podía ser el producto de “Los adoradores de Satán” y que este hecho nos hace pensar que en Barranca ya hay estos señores que le rinden culto al diablo.

Un hombre de mediana edad nos dijo que todo eso ha sido producto de la imaginación, producto del sentimiento de culpa que tienen mucha gente joven de nuestros tiempos.
“El diablo no existe y si existe está en cada uno de nosotros. Esos jóvenes lo que han hecho es soltar al diablo que llevan dentro de ellos mismos”.

Un periodista bastante conocido entre nosotros, piensa que en realidad de los que se trata es de un extraterrestre y no de un diablo, como creen muchos. “Los extraterrestres están entre nosotros dice. Lo que sucede es que no se hacen conocer”.

Alguien, con mucha malicia, nos dijo que todo eso no es más que el producto de una guerra entre los propietarios de salones de baile. Recordamos que para los cristianos católicos el diablo es un ser horrible con patas de cabra, cachos y otras fealdades; mientras que los testigos de Jehová agrupación religiosa cristiana el diablo tiene una presencia de hombre hermoso y esto es lo que le da gran poder de seducción para el pecado.

Para la cultura de los antiguos griegos era considerado como un espíritu bueno hasta benefactor. Así tenemos el caso del célebre filósofo Sócrates. Con frecuencia decía que dentro de su ser llevaba a un diablo que le servía como fuente de inspiración para hacer el bien y adquirir nuevos conocimientos. A ese demonio lo llamaba el filósofo “Daymon”.

El sacerdote católico español, Francisco Gonzáles Quevedo, fundador de Instituto de Investigaciones Parasicológicas de Sao Pablo - Brasil, niega que el diablo es un ser espiritual y, por lo tanto, tampoco puede tener olor a azufre.

Regresando a la historia de los antiguos griegos, nos encontramos que nos de los poetas de esa época escribió lo siguiente “Nuestros griegos ven a los dioses y a los centauros porque creen en ellos”

Los centauros eran imaginados con cuerpos de caballos y cabezas iguales a los seres humanos. Si aplicamos este pensamiento al demonio podríamos decir, ven al diablo los que creen en el diablo y nunca lo verán los que no creen en su existencia.

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